1. Lávate los pies a diario. Mantener una buena higiene en los pies es esencial para prevenir infecciones. Para ello, debes utilizar un jabón con pH neutro y aclarar con abundante agua templada. Asegúrate
de lavar bien las plantas, las uñas y los espacios entre los dedos.
2. Sécate los pies después de
lavarlos. Sobre todo es importante secar los espacios entre los dedos, el exceso de humedad y el calor favorecen la proliferación de
hongos y bacterias diversos.
3. Mantén la piel bien hidratada.
El talón es la zona del pie que más hidratación necesita, sobretodo en épocas de calor como el verano. Para evitar grietas, aplica el producto
hidratante adecuado según el estado de tu piel.
4. Utiliza medias o calcetines de tejidos
naturales
5. Cortarte la uñas con forma recta-cuadrada.
6. Utiliza un calzado cómodo, flexible y de anchura
adecuada a tus pies. Los materiales como la piel natural, son los más recomendables. Evita los tacones demasiado altos (máximo 2 - 5
cm)
7. No camines descalzo y menos en lugares públicos,
como piscinas y duchas. Protege tus pies con unas zapatillas adecuadas o escarpines de goma.
8. Si utilizas un tratamiento ortopodológico, siliconas, prótesis o plantillas, recuerda hacer revisiones periódicas. Los materiales se fatigan y no consiguen los objetivos fijados por el podólogo.